En un mundo cada vez más acelerado, donde la inmediatez parece reinar, las ferias del libro en México se han convertido en oasis de reflexión y conocimiento. Entre ellas, la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH) destaca no sólo por su especialización, sino por su capacidad de hacer accesibles disciplinas que muchos considerarían áridas o distantes.
La 35ª edición de la FILAH, que tendrá lugar del 8 al 18 de agosto de 2024 en el icónico Museo Nacional de Antropología, llega en un momento crucial. En una era donde las fake news proliferan y las identidades culturales se ven amenazadas por la homogeneización global, la historia y la antropología emergen como faros de entendimiento y empatía.
La historia, lejos de ser un mero recuento de fechas y eventos, es la narrativa que da forma a nuestra identidad colectiva. Es el hilo conductor que nos permite comprender cómo hemos llegado hasta aquí y, más importante aún, hacia dónde podríamos dirigirnos. En palabras del reconocido historiador Eric Hobsbawm, “La historia es la materia prima de las ideologías nacionalistas, étnicas o fundamentalistas”. En este sentido, eventos como la FILAH no sólo difunden conocimiento, sino que también nos brindan las herramientas para desmantelar mitos y prejuicios arraigados en interpretaciones sesgadas del pasado.
Por su parte, la antropología, a menudo mal entendida como el estudio de culturas “exóticas”, es en realidad un espejo que nos permite vernos a nosotros mismos con nuevos ojos. En un México diverso y complejo, la mirada antropológica es fundamental para fomentar el respeto y la comprensión entre diferentes grupos culturales. Como señaló el antropólogo Clifford Geertz, “El propósito de la antropología es ampliar el universo del discurso humano”. La FILAH se presenta así como una plataforma única para este diálogo intercultural.
El tema central de esta edición, “Patrimonio Cultural y Sostenibilidad”, no podría ser más oportuno. En un momento en que el cambio climático amenaza no sólo nuestro futuro, sino también nuestro pasado —pensemos en sitios arqueológicos en riesgo por el aumento del nivel del mar—, la confluencia de estas disciplinas con la sostenibilidad se vuelve crucial.
La presencia de Belice y Quintana Roo como invitados especiales subraya la importancia de la región maya, un área que ha sido objeto de estudio tanto para historiadores como para antropólogos durante décadas. Esta elección no es casual: nos recuerda que las fronteras políticas modernas a menudo oscurecen continuidades culturales milenarias, y que el estudio del pasado puede arrojar luz sobre desafíos contemporáneos como la migración o la gestión de recursos naturales.
Pero la FILAH va más allá de lo académico. El Festival de Cine Antropológico 2024 promete traer a la pantalla realidades que de otro modo permanecerían invisibles para muchos. Por su parte, el Festival del Son no es solo un espectáculo musical, sino una demostración viva de cómo la cultura se transforma y adapta a lo largo del tiempo, un tema central tanto para la historia como para la antropología.
En un país donde los libros de historia han sido objeto de controversia política, y donde los pueblos indígenas aún luchan por el reconocimiento pleno de sus derechos, la FILAH se presenta como un espacio neutral pero no apolítico. Aquí, las voces de académicos, activistas y comunidades pueden encontrarse en un diálogo abierto y constructivo.
Para el público general, la feria ofrece la oportunidad de descubrir que la historia y la antropología no son disciplinas estáticas ni están confinadas a las aulas universitarias. Son herramientas vivas para entender conflictos actuales, desde disputas territoriales hasta debates sobre la repatriación de artefactos culturales.
Los talleres interactivos prometen desmentir la idea de que estas disciplinas son puramente teóricas. Actividades como “Ajos, sal y pimientos, lo demás son cuentos” muestran cómo la gastronomía puede ser una ventana a la historia y la cultura. Mientras tanto, el homenaje a Eckart Boege subraya la importancia de reconocer a aquellos que han dedicado sus vidas a tender puentes entre el conocimiento académico y las realidades comunitarias.
En un momento en que las humanidades enfrentan recortes presupuestarios y cuestionamientos sobre su relevancia, la FILAH se erige como un bastión de resistencia. Nos recuerda que entender nuestro pasado y nuestra diversidad cultural no es un lujo académico, sino una necesidad social apremiante.
Así, mientras los visitantes deambulan entre estands repletos de libros, asisten a conferencias o se dejan llevar por los ritmos del son jarocho, estarán participando en algo más grande que una simple feria. Estarán formando parte de un ejercicio colectivo de memoria, reflexión y proyección hacia el futuro.
La 35ª FILAH no es sólo un evento cultural más en el saturado calendario de la Ciudad de México. Es un llamado a la acción, una invitación a repensar nuestro lugar en la historia y nuestro papel en la preservación de la diversidad cultural. En un mundo que parece cada vez más dividido, tal vez sean precisamente la historia y la antropología las que nos ofrezcan las herramientas para construir puentes de entendimiento.
Entre las imponentes salas del Museo Nacional de Antropología, rodeados de vestigios de civilizaciones pasadas, los asistentes a la FILAH tendrán la oportunidad única de conectar el pasado con el presente, y de imaginar un futuro donde el conocimiento y la empatía sean las brújulas que guíen nuestro camino colectivo. ¿Estás listo para ser parte de esta aventura intelectual?
// Angie Ríos
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